Darse cuenta

¿Te das cuenta de todo lo que acontece en tu día a día?

Querido amigo, permíteme que empiece este artículo haciéndote esta pregunta tan directa y tan personal. Antes de dar respuesta, si así lo sientes, tómate unos instantes de reflexión  a fin de que puedas hacer un breve balance introspectivo de todo lo vivido en las últimas horas.

Seguramente, llegues a la conclusión que la mayor parte del día te das cuenta de todo lo que se despliega en tu realidad, tanto interna como externa. ¿Verdad?  Bien, lamentablemente debo decirte con todo mi amor y cariño que esto no es exactamente así. Si te parece, vamos a verlo con mayor detalle a continuación, con el propósito de que tú mismo puedas tomar consciencia de ello.

Nuestro día a día está repleto de múltiples vivencias, todas ellas vividas de acuerdo a nuestro estado de consciencia, es decir, la forma en la que nos percibimos a nosotros mismos y a la realidad que nos rodea. Recuerda que el estado de consciencia no siempre es el mismo, va cambiando con el paso de los años, atendiendo a las experiencias de vida que vamos desplegando.

A través de nuestros sistemas de creencias, hábitos y estructuras de pensamiento fundamentalmente, forjamos nuestra personalidad con la que descodificamos la realidad que percibimos con nuestros sentidos corpóreo mentales. Desde esta posición, vivimos la vida o mejor dicho pensamos la vida, principalmente a través del pensamiento concreto, seleccionando, juzgando y actuando según nuestros automatismos mentales. Es importante que recuerdes que dichos automatismos, en su gran mayoría -cerca del 97%- son programas inconscientes. Repites y repites, una y otra vez, los mismos patrones sin ser consciente de ello.

La mente concreta tiende a polarizarse, es decir, se desplaza y se aferra fuertemente hacia uno de los dos extremos, anulando por completo al otro polo que forma parte del par de opuestos. Esta dualidad tan marcada, nos mantiene distraídos y perdidos en la periferia, llevando consigo un gran déficit de ecuanimidad y discernimiento.

Esta situación tiene  repercusiones muy claras y palpables en tu día a día; te quejas, te enfadas, juzgas, culpabilizas, creas problemas y mantienes un pulso continuo con la vida.

¿Quieres más?

Bien, pues seguimos adelante. Vives esclavo del recuerdo (pasado) y de la ilusión (futuro), inmerso en un círculo vicioso de comparaciones y proyecciones temporales. En este vaivén continuo, te consumes momento a momento, perdiéndote una y otra vez, en las fantasías y engaños de tu mente.

A todo ello, no permaneces atento a las conversaciones, no percibes con nitidez el sabor de un alimento, el olor de una flor, el ruido de una hoja al tocar el suelo, tantos y tantos detalles que pasan desapercibidos a cada instante delante de ti. Estás pero no estás, tu cuerpo físico si lo está, pero tu mente está viajando por otros mundos.

Y por supuesto debo decirte que no confías en la vida, y si no confías, tampoco la aceptas como es, la quieres cambiar a tu conveniencia y esto te genera dolor y sufrimiento.

¿Cuando empezamos a darnos cuenta?

Empezamos a darnos cuenta cuando permanecemos plenamente presentes, no solo en los momentos de silencio e introspección, sino también en todas nuestras actividades cotidianas. Como bien expresa el proverbio Zen, cuando comemos, comemos, cuando fregamos los platos, fregamos. A medida que vamos dándonos cuenta con mayor frecuencia, nuestro Ser interno va ocupando un mayor espacio y presencia en nuestra vida.

Desde esta posición de entrega y amor incondicional hacia la vida, la observación pasa a ser nuestra gran aliada para percibir y descubrir las maravillas que a cada instante aparecen y se desvanecen frente a nosotros. Tal y como nos recordaba el gran maestro Krishnamurti, el darse cuenta es una observación sin elección,  sin comparación, sin tratar de cambiar nada de lo que llega, fluir en sí mismo.

Darse cuenta es actualizar todo el potencial interno que atesoramos como seres humanos y evocarlo en nuestra cotidianidad, con gozo, felicidad y paz interior. Sólo así, seremos capaces tú y yo, de vivir en consciencia plena.

Deseo de corazón que en este aquí ahora empieces a darte cuenta.