La enfermedad como aprendizaje

La enfermedad es sin lugar a dudas, uno de los procesos vitales que genera un mayor grado de dolor y sufrimiento en la vida de los seres humanos. Siddharta Gautama (Buda) lo expresó con gran elocuencia, la enfermedad junto con el nacimiento, la vejez y la muerte, son los cuatro tipos de sufrimiento comunes a todos los seres sintientes.

Quisiera poner el acento en tres grandes cuestiones, a fin de abordar la enfermedad desde una dimensión transpersonal y consciencial, lejos de cualquier análisis parcial y reduccionista que nos distancie de comprender el verdadero sentido que tiene la enfermedad.

Quizás a tu mente concreta, todo lo que voy a compartir a continuación, le pueda resultar un disparate o incluso un atrevimiento, no pretendo convencerte de nada, eso sí, tú mismo puedes verificarlo a través de tu propia experiencia.

En primer lugar, es importante recordar y tener siempre presente como telón de fondo, la perfección de todo cuanto Es y existe en la manifestación. Por supuesto, la enfermedad no se queda al margen ante tal afirmación, y por tanto, ni llega a tu vida por azar, tampoco por casualidad y menos de forma fortuita. La enfermedad tiene su sentido profundo, su porqué y su paraqué en clave de tu proceso evolutivo personal, y en la gran mayoría de ocasiones, también para las personas que te rodean.

La segunda cuestión que deseo abordar es el impacto que puede tener la enfermedad en nuestros vehículos de consciencia, en nuestra personalidad -cuerpo físico, energético, mental y emocional-, y en nuestra individualidad -Yo Superior-.

Cuando llega la enfermedad a tu vida, desde un simple resfriado a una enfermedad grave, afecta en mayor o menor medida e intensidad, a todos y cada uno de los cuerpos que forman parte de la personalidad. Seguramente tú mismo lo habrás podido comprobar, por ejemplo, con un simple dolor de cabeza. El dolor lo localizas fácilmente en tu cuerpo físico, te falta también algo de vitalidad en tu cuerpo energético, tu mundo mental se llena de pensamientos negativos y por supuesto, aparecen también un torrente de emociones y sentimientos con ese mismo tono.

¿Y nuestra divinidad se ve comprometida ante la enfermedad?

 En absoluto. Nuestra esencia divina, lo que somos verdaderamente, jamás ha enfermado y jamás enfermará, tenlo siempre muy presente. Nuestra individualidad se mantiene intacta a cualquier proceso de salud que afecte a nuestra personalidad.

Finalmente, la tercera cuestión que quiero compartir y que está estrechamente ligada con el sentido profundo de la enfermedad que vimos en el primer punto, tiene que ver con las causas reales de la enfermedad.

Estarás de acuerdo conmigo, que el abordaje que se realiza de la enfermedad en todos sus ámbitos sociales, sanitarios, institucionales, tecnológicos, investigación, se centra en las consecuencias de la misma, en lo externo, tratando de paliar los efectos múltiples que acarrea cualquier proceso de enfermedad.

¿Dónde podemos encontrar las raíces de la enfermedad?

 Si antes hablábamos de que la enfermedad tiene un sentido vital claro, un propósito consciencial por sí mismo de acuerdo a nuestro desarrollo evolutivo, el origen de la enfermedad se haya en un lugar muy concreto. ¿Dónde?, en tu interior.

Tu dimensión espiritual atendiendo a las experiencias vitales que has decidido desplegar en la presente encarnación, impulsa la enfermedad empleando a tu personalidad para su manifestación, desde un simple dolor de muelas hasta una enfermedad terminal. Todas ellas, sin excepción, están dentro de tu plan divino y tienen su raíz en lo más íntimo de tu Ser. Así lo percibió Buda cuando afirmó que todo ser humano es el autor de su propia salud y enfermedad.

 ¿Qué implicaciones puede tener en nuestra vida todo esto?

Por un lado, acercarnos a la enfermedad desde una posición holística e integral, comprendiendo su naturaleza espiritual e integrando todos y cada uno de los componentes que conforman nuestra personalidad.

Este enfoque lleva implícito, un abordaje de la enfermedad no sólo desde una dimensión externa, sino también desde lo interno, y eso querido amigo, requiere por nuestra parte grandes dosis de confianza, aceptación y amor.

Por otro lado, la enfermedad puede servirnos como una oportunidad de oro para hacer un balance introspectivo de nuestra vida, buceando e indagando en nuestro interior, escuchando con atención y esmero, todos los susurros que nos regala nuestro corazón. De esta forma, estaremos en disposición de plantearnos algún cambio en relación con alguna faceta de nuestra vida, e impulsar así, una poderosa transformación interna.

Finalmente, la enfermedad puede servirnos de trampolín para abandonar de una vez por todas, todo ese dolor y sufrimiento almacenado, y poder transmutarlo en una experiencia/aprendizaje altamente transformadora e integradora para nuestra vida. En ese instante, nuestro corazón se inunda de gratitud y paz interior, permitiéndonos percibir con nitidez, el gran tesoro que se escondía detrás de todas esas noches oscuras vividas.

Manantiales de bendiciones.