La muerte, el gran tabú

En Occidente, tres grandes tabúes -en mayor o menor medida- acompañan al Ser humano, la relación con el dinero, la sexualidad y la muerte, siendo este último el que sin lugar a dudas, más miedo y sufrimiento nos genera.

Si te parece querido amigo, vamos a compartir de corazón a corazón, unas pequeñas líneas sobre la muerte, a fin de que puedas tener, si es posible, una relación más cercana y natural con ella.

Es evidente y lo podemos afirmar, que la muerte acontece, sin excepción, en la vida de todos los Seres sintientes. En algunos casos, siguiendo los términos temporales conocidos, la muerte puede aparecer a las pocas horas de vida, o tras una vida longeva y dilatada. A sí mismo, sus causas pueden ser variopintas, desde un accidente, enfermedad, vejez, suicidio, etcétera.

¿Por qué tenemos miedo a la muerte los Seres humanos?;  ¿Quién es el que muere?;   ¿Podemos morir conscientemente? Estas son algunas preguntas que vamos a tratar de responder a lo largo de dicho artículo.

En nuestro día a día, si somos honestos con nosotros mismos, podemos afirmar que hablar de la muerte es algo que no contemplamos, no nos seduce, porque no nos interesa lo más mínimo. Es más, la omitimos y la negamos por completo, entre otras cosas, porque no somos capaces de comprender su verdadera naturaleza.

La muerte para la gran mayoría de los Seres humanos es un serio problema, y por esta razón, nuestra relación con ella es fría, lejana y sobre todo temerosa. Observarás que cuando aparece en una conversación algún elemento que se relacione con la muerte, rápidamente queremos finalizarla, porque no nos sentimos a gusto y cómodos hablando de ella. Esta situación se refleja claramente, cuando la muerte llega a nuestro núcleo más íntimo y familiar, donde nuestra principal prioridad, pasa por realizar todos los trámites fúnebres con la mayor celeridad posible, y finalizar este episodio que nos genera tanto dolor y sufrimiento. Pocos difuntos, a día de hoy, tienen la oportunidad de morir dignamente en sus hogares, acompañados de sus Seres queridos y asistiéndoles en un armonioso y tierno tránsito.

En la gran mayoría de países Orientales, el trato con la muerte se presta con total naturalidad, ya desde la infancia, integrándose en el día a día de la mayoría de sus habitantes. La muerte está presente en las conversaciones, en las meditaciones, en las lecturas, en los cantos, recitando mantras, etcétera. Cuando se acerca la muerte, el moribundo es atendido y acompañado por sus Seres más queridos, siempre de forma amorosa, cercana y compasiva. Finalmente, cuando el Ser humano trasciende, se festeja y se celebra con gran devoción y reverencia.

¿Por qué le tenemos miedo a la muerte?

Muy sencillo, porque hemos olvidado lo que Somos, y en consecuencia, nos hemos identificado con lo que no Somos, es decir con nuestra personalidad.

Al estar plenamente identificados con nuestro pequeño yo, el miedo está presente, y por tanto, el miedo original que es el miedo a morir, siempre acecha. El pequeño yo teme perder el mando y control de tu vida, fruto de la amnesia en la que desgraciadamente te hayas inmerso, y por esta razón, se muestra temeroso a toda amenaza que pueda arrebatarle su propia supervivencia.

Es cierto que tu  pequeño yo, con todos tus vehículos de consciencia, tu cuerpo físico, tu doble etérico, tu cuerpo mental y emocional enfermarán, envejecerán y morirán, pero tu verdadera identidad y esencia, jamás podrá morir, tenlo siempre presente.

Esta actitud temerosa y de alerta que mantienes permanentemente, no te permite gozar en plenitud de la belleza de la vida, porque vives con el freno de mano puesto, pensando que en algún momento, la muerte acabará llegando, no sólo a ti, sino también a tus Seres queridos. Esa sensación interna de malestar y desasosiego, te impide ser libre verdaderamente, y por tanto ser feliz, reflexiónalo por unos instantes.

Cuando empiezas paulatinamente a vivir conscientemente, desde tu Ser interno, el discernimiento empieza a llegar a tu vida. Sientes  y percibes con nitidez, que la muerte no existe, ni puede existir jamás. La vida nunca puede extinguirse, es más, se expande por doquier, por este motivo, la Divinidad que tu Eres, cuando llega la muerte física, sigue vivita y coleando.

Es bello observar, la naturaleza perfecta de nuestro organismo, y darnos cuenta como a cada segundo, mueren y nacen células constantemente. Nacemos y morimos, morimos y nacemos,  sin percibirlo, como un acto natural en sí mismo. Como bien sabes, a día de hoy, la Ciencia nos recuerda que cada siete años un Ser humano cambia por completo todas sus células internas, es decir renace en vida. También la Ciencia de vanguardia nos reitera una y otra vez, que la materia no existe como tal, siendo todo lo manifestado, energía vibrando a diferentes frecuencias, en la misma línea que los postulados Herméticos antiguos. Sin olvidarnos por supuesto, del gran Principio de conservación de la energía, afirmando con rotundidad, que la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma.

Prepararse en vida para morir conscientemente, es una tarea de gran riqueza para nuestro desarrollo espiritual y consciencial. Abandonando por completo, cualquier temor que pueda aparecer en relación a  cómo vamos a morir, si experimentaremos dolor y sufrimiento, si estarán nuestros Seres queridos a nuestro lado, etcétera. A través de una comprensión profunda sobre la naturaleza real de la muerte, y con la plena certidumbre interna de saber que la muerte únicamente es una fantasía de la imaginación humana, nos permitirá transcender dicho proceso con equilibrio y paz interior.

Ya para finalizar y respondiendo a la pregunta, de si es posible morir conscientemente, debo decirte que sí, se puede morir conscientemente. Así lo han compartido los grandes maestros y sabios de todas las épocas, con su propio ejemplo, muriendo conscientemente (mahasamadhi), primero sintiendo internamente cuando iban a partir, para posteriormente entrar en un profundo silencio meditativo, y abandonar así conscientemente el cuerpo físico.

Afrontar con quietud, determinación y confianza el trabajo de la propia muerte, en vida, es el mejor regalo que puedes ofrecerte no sólo hacia tu persona, sino también al resto de la humanidad.

Feliz viaje