Educar para SER

La Educación es sin lugar a dudas, una de las expresiones más hermosas y bellas que todo Ser humano puede manifestar y recibir. En este movimiento natural, compartido de Ser a Ser, donde el dar y el recibir son expresiones directas de la divinidad que Somos y Es, la educación  cobra su sentido profundo y verdadero.

La Educación es un proceso vivo, orgánico y atemporal, que se extiende a lo largo de toda la vida del Ser humano. No podemos caer, en el grave error, de reducirla únicamente a unos años concretos de la vida del Ser humano, para luego, olvidarnos por completo. La educación verdadera vive en el presente, en el aquí ahora, y por ello, siempre estamos a tiempo, para iniciar una profunda transformación.

Cuando hablo de educación, permíteme que no haga distinción alguna entre todas sus dimensiones, familiar, escolar, deportiva, social, universitaria, empresarial, etcétera, todas ellas tienen un objetivo común, educar para Ser.

Antes de empezar a desplegar con detalle, algunos aspectos a tener presentes en el proceso educativo, quisiera por favor pedirte una cosa, no te culpabilices. Tu ego, posiblemente, al leer los argumentos que te mostraré, quizás pueda sentirse culpable y frustrado, e incluso dolido internamente.

¿Por qué?

Muy sencillo, tu ego siente que no está a altura de esa tarea modélica y ejemplar, que el sistema ha definido para ti. Y por cierto, inconscientemente y sin darte cuenta de ello, has aceptado y asimilado como propia. Dile por favor, a tu pequeño yo, con mucho cariño y amor, que todo estaba bien.  Hacías lo mejor que sabías y podías, en ese momento de tu vida, respondiendo al estado de consciencia en el que te encontrabas. Ni más, ni menos.

Por otro lado, soy plenamente consciente de que el sistema, con todas sus garras y extensiones -hogar, medios de comunicación, escuela, universidad, empresa, formaciones profesionales, instituciones sociales, etc- , empuja ferozmente a la humanidad, hacia un modelo de individuo ideal y arquetípico, a fin de garantizar y perpetuar  la propia  supervivencia del mismo. Y la educación, sin lugar a dudas, es un gran mecanismo de control y adoctrinamiento para tal cometido.

En primer lugar, el término educar, cuya raíz precede del latín educare, tiene como significado extraer, sacar de dentro hacia a fuera. Por otro lado, la Real Academia Española, nos aporta varios significados, entre ellos, dirigir, doctrinar, encaminar, etcétera. Podemos decir, que la educación en este caso, tiene que ver con una transmisión de información, entre un emisor (educador) a un receptor (educando), a fin de desarrollar ciertas aptitudes, actitudes y valores.

Tenemos ya de partida, dos elementos a tener presentes y que determinarán claramente, el enfoque que adoptemos en nuestro modelo educativo.

¿Extraemos o introducimos?

Si extraemos, el proceso va de dentro hacia a fuera, y sí introducimos, todo lo contrario, de fuera hacia a dentro. ¿Verdad?  Podemos entender también, que si extraemos, partimos de la idea que ya existe alguna cosa en el interior. ¿No?

Pues querido amigo, aquí tenemos la clave para comprender la verdadera esencia de la educación. Seguramente, con tu propia experiencia acumulada, puedes comprender ya, el estado de la cuestión al que se hace referencia.

Permíteme querido lector, apuntar cuatro consideraciones previas, de suma importancia, antes de empezar:

La primera. El Ser que tienes delante, el educando, es un Ser divino igual que tú. No os diferenciáis en absoluto, en tanto a vuestra naturaleza espiritual. Por tanto, la relación entre tú y él, debe ser ya de entrada, de igual a igual, con el máximo y absoluto respeto a su libertad.

La segunda. Su edad cronológica y biológica, nos corresponde a su desarrollo espiritual y consciencial. Por ejemplo, un niño de cinco años de edad, puede tener un desarrollo evolutivo más dilatado que una persona adulta. Y esto, es fruto de la larga cadena de vidas (metempsicosis)  que nuestra dimensión álmico-espiritual emplea a fin de evolucionar en auto consciencia.

La tercera. Cada Ser humano encarna con un dharma, es decir, con un propósito de vida, el cuál tratará de desplegar en su encarnación. Cada persona tiene el suyo en particular, sin excepción.

La cuarta. Todo Ser humano, atesora en su dimensión espiritual, una sabiduría profunda y primigenia. A ello, se suman sus cualidades divinas, como por ejemplo, el discernimiento, la voluntad, la felicidad, la fraternidad y el amor incondicional.

Con estos cuatro pilares siempre como telón de fondo, vamos a tratar de expresar lo que entendemos por educación, tomando como referencia, las aportaciones de los grandes sabios y Maestros de todas las épocas en dicha materia.

¿Qué es educar?

Educar es crecer interiormente. Este crecimiento interior, se gesta gracias a la interacción entre dos Seres humanos, permitiendo que ambos puedan extraer, desarrollar y manifestar toda su esencia y potencialidad.

En este proceso bidireccional tan hermoso, educador y educando, dan y reciben al mismo tiempo, sin jerarquías ni autoridad, respetando siempre, la plena libertad del Ser humano.

Ante este escenario, la educación se expresa en:

Acompañar a todo Ser humano a que descubra por sí mismo, el sentido profundo de todo cuanto acontece en la existencia. Y eso se sustenta, en  la vivencia de sus propias experiencias, y en la construcción de su propio sistema de pensamiento a través de un proceso de auto-indagación y auto-reflexión. En este acompañamiento se nutren ambos, el educador acompaña al educando, y el educando acompaña al educador.

La transmisión de conocimientos y valores por parte del educador al educando, deja de tener sentido.

-Fomentar el desarrollo integral del Ser humano. La educación debe contemplar todas y cada una de sus dimensiones, física, energética, emocional, mental y espiritual.

-Manifestar lo que se vive y se siente internamente. Todo Ser humano debe poder expresarse y manifestarse libremente en todo momento, sin ningún tipo de coacción o resistencia que se lo impida.

-Cooperar y compartir. Evitar cualquier elemento que potencie el individualismo humano, dando paso al desarrollo de una inteligencia cooperativa y fraternal.

Ausencia de miedos. En la educación no existe el miedo porque hay libertad. Ausencia de cualquier condicionante competitivo, comparativo, impositivo, jerárquico y criterial, que coarte las libertades del Ser humano.

Amar incondicionalmente a todos los Seres humanos sin exclusión alguna.

Respetar las necesidades particulares de cada Ser humano y adaptarse a ellas.

Aprender sin tensión, sin esfuerzo ni resistencia, atendiendo al ritmo de aprendizaje que cada Ser humano necesita. Facilitando que por sí mismo, cultive el compromiso, la diligencia, la ecuanimidad y la perseverancia.

-Crear. Fomentar la inteligencia creativa y artística personal del Ser humano, evitando cualquier conducta repetitiva, memorística y reproductiva. La pintura, la música, la danza, la euritmia, la poesía, el teatro, el juego, las manualidades, entre otras, facilitan dicha expresión creativa.

-Cultivar el discernimiento. Evitar cualquier elemento dual, castigo o recompensa, que condicione la expresión del Ser, y fomente las actitudes egoicas  y egocéntricas de la persona.

Escuchar y observar conscientemente.

Confiar. La confianza debe estar presente a cada instante, para que ambas partes puedan expresarse libremente.

Descubrir. Crear las condiciones necesarias, para que el Ser humano pueda explorar por sí mismo, cualquier situación que se presente en la vida.

Facilitar el desarrollo de los dones y talentos del individuo, como la expresión más íntima de su divinidad.

Gozar. El Ser humano debe gozar, disfrutar y expresar su contento.

Dialogar. El diálogo debe ser activo y permanente.

Coherencia. Ser un vivo ejemplo de coherencia para todos los demás Seres humanos.

Integración con el mundo vegetal, mineral y animal. Fomentar el respeto por la vida en todas y cada una de sus expresiones.

-Cultivar el mundo interno. Desarrollo y potenciación de la mente abstracta,  a través del silencio, la introspección y la presencia.

Fluir. Vivir presentes, aceptando con gratitud lo que se recibe, y desapegándose con amor de lo que se va.

Fíjate querido amigo, la majestuosidad del proceso educativo, todo lo que abarca y contempla. Observa también, la importancia que tiene el cultivo del mundo interno, seas padre, madre, tutor, maestro, entrenador, profesor, político, para poder llevar a cabo una labor educativa integral y comprometida.

¿Cómo podemos acompañar a Seres humanos, si tan siquiera nosotros, no nos conocemos en profundidad?

El gran reto empieza ya, en este aquí ahora, en ti y en mí. Siempre estamos a tiempo, recuerda, nuestros grandes Maestros nos esperan con amor y con los brazos abiertos.

¿Empezamos?