El sufrimiento animal

«Mientras los hombres sigan masacrando y devorando a sus hermanos los animales, reinará en la tierra la guerra y el sufrimiento y se matarán unos a otros, pues aquel que siembra el dolor y la muerte no podrá cosechar ni la alegría, ni la paz, ni el amor».

Estas palabras del gran filósofo, matemático y maestro Pitágoras, nos permiten abrir este pequeño espacio de reflexión, sobre el sufrimiento animal.

¿Qué relación tiene el Ser humano con el mundo animal?

En el mundo del crecimiento personal, o cultivo del mundo interno, como prefiero siempre referirme, nos inundamos de grandes palabras e intenciones -cuyo origen nace de la mente concreta-, y donde el ego espiritual se siente reconfortado y engrandecido. En nuestras conversaciones, fácilmente empleamos terminología espiritual, muchas veces sin comprender lo más mínimo, su verdadero significado. Por ejemplo, utilizamos con frecuencia, conceptos como el amor incondicional, la compasión, el respeto, la fraternidad universal, pero lamentablemente, en las acciones de nuestro día a día, pasan totalmente desapercibidas.

Siempre he defendido y compartido, que la espiritualidad y todo lo que tiene que ver con lo numinoso es pura experiencia personal. Así lo han compartido todos los grandes maestros e instructores de todas las épocas, sin excepción. Como muy bien expresaba siempre Krishnamurti en todos sus encuentros, no podemos desde el pensamiento dual comprender lo que somos y lo que Es, sino que debemos envolvernos en nuestra propia experiencia interna, a fin de vivirlo como tal.

Siguiendo con el hilo conductor, fácilmente podemos observar en la vida de muchas personas, la falta de coherencia interna de la que antes citaba, piensan una cosa, dicen otra y acaban haciendo algo totalmente distinto. El sentir interno, ni tan si quiera lo expreso porque resulta una tarea demasiado sencilla, y a su vez compleja, para poder integrarla.

Es importante que tengas presente, que todos los grandes Seres que ha dejado la humanidad, de todas las épocas, culturas, tradiciones espirituales y filosóficas siempre han compartido el mismo mensaje, el RESPETO POR LA VIDA en todas sus manifestaciones.

En la antigua Mesopotamia, en el antiguo Egipto, en la tradición Hermética y escuelas de misterio, en la Cábala, en los preceptos de la escuela Pitagórica, Platónica y Socrática, en los paramitas del Budismo, Jainismo, Gnosticismo, Taoísmo, Confucionismo, en el Cristianismo de sus inicios esenios, en los yamas-niyamas del Yoga y el Hinduismo, en los principios del Sufismo, en el Renacimiento, son unos pocos ejemplos donde se describe explícitamente el respeto por la vida en todas y cada una de sus dimensiones, sin excepción.

Para entender con mayor precisión el marco de referencia, uno puede acercarse y estudiar con profundidad, tanto la cosmogénesis como la antropogénesis, y comprender así, cuál es el origen de la existencia y el proceso evolutivo en el que la manifestación se despliega a cada instante.

De forma breve y coloquial, tan sólo expresar que la mónada -la chispa divina o espíritu- en su evolución, desciende de los planos superiores (sutiles) a los inferiores (densos), envolviéndose gradualmente en la materia para experimentar así, un proceso de autoconsciencia. En ese descenso a los planos inferiores, empieza su andadura en el reino elemental, continúa hacia el reino mineral, siguiendo por el reino animal, hasta llegar finalmente, al conocido reino humano. Lógicamente, esta evolución no acaba aquí, pero tampoco es objeto de estudio en estos momentos.

Vemos por tanto, que esa chispa divina que somos y que lo impregna todo, para su evolución en autoconsciencia, ha transitado por diferentes formas y expresiones vitales, y poder desplegar así, todas las experiencias y aprendizajes que necesita para su propio cometido.

Podemos afirmar y  dejar patente ya, que el mundo animal no difiere lo más mínimo del género humano, en tanto a su naturaleza divina. Los animales tienen dimensión espiritual, y por tanto, son Seres divinos y eternos, igual que tú y que yo, no te olvides jamás.

¿Y los animales sienten?

He compartido abiertamente que todos los animales, de cualquier especie y sin excepción, son Seres divinos en su esencia más pura y primigenia, igual que nosotros los humanos. Respecto a su personalidad, es decir, su dimensión física, mental y emocional, vamos a verlo a continuación.

Podemos observar con facilidad que los todos los animales tienen estructura física, tienen también su cuerpo mental, con la única diferencia respecto los Seres humanos, que no tienen desarrollada la mente abstracta. Finalmente, disponen de un cuerpo emocional o astral, y es exactamente igual que el nuestro. Por tanto, sienten y padecen exactamente igual que tú, ni más ni menos. Es más, dada su gran capacidad energética y sensitiva, perciben y absorben frecuencias cuya longitud de onda, nosotros los humanos, ni tan si quiera somos capaces de reconocerlas. Seguramente, lo habrás podido observar si convives con perros, donde en determinadas zonas  geopáticas del hogar, lo perciben fácilmente y no se quieren ubicar. A diferencia de los gatos por ejemplo, que si se sienten cómodos ante dicho estrés geopático.

Entrando más en materia, como bien expresó el gran filósofo alemán, Arthur Schopenhauer, el hombre ha hecho de la tierra un infierno para los animales, y lo podemos constatar a través de la observación de los hechos. El sufrimiento animal está presente en todo el mundo. Millones de animales diariamente son salvajemente sacrificados (+de 5.000/segundo), no sólo para el consumo humano, sino también para la diversión y el entretenimiento, como fuente de experimentación en laboratorios, como fuerza de trabajo, como elementos decorativos, ropa, cosmética, rituales, actos “culturales”, y un largo sinfín de ejemplos que ponen de manifiesto tal consideración.

Tan sólo para que tomes consciencia de la magnitud a la que me refiero, sólo en el ámbito alimentario, según la FAO en el año 2016, más de 60.000 millones de animales terrestres (bovino, ovino, caprino, porcino, equino, aves y conejos) y más de 150 millones de toneladas de animales marinos fueron sacrificados para el consumo humano. Sin entrar en detalle, en las lamentables y penosas condiciones de vida en las que son criados, alimentados y medicalizados para su cruel y triste final. Esto daría para otro artículo mucho más extenso.

Sabemos con certeza científica, que una dieta vegetariana es fundamental para tener una fisiología interna saludable libre de enfermedades, como bien expresó en su momento  Hipócrates, padre de la medicina moderna, y más recientemente el Dr.Richet, premio nobel de medicina en 1913. Sin olvidar tampoco, a la medicina Ayurvédica, que como medicina milenaria siempre ha defendido tales principios.

La mejora de nuestra salud personal a partir de una alimentación vegetariana, debería ser una buena razón para empezar a tener una relación más humana con el mundo animal. No obstante, es importante que sepas, que la verdadera esencia de todo ello, se halla en la compasión, y en el respeto a cualquier forma de vida.

¿Qué podemos aprender del mundo animal?

En primer lugar, debemos aprender a relacionarnos con el mundo animal de igual a igual, sin ningún tipo de posicionamiento que adopte superioridad o poder. La relación con nuestros semejantes, debe ser de SER a SER, de divinidad a divinidad. Y esto sí que es Namasté, solo cuando se vive realmente, no cuando se verbaliza únicamente como gesto simbólico de una espiritualidad a conveniencia.

Tal reflexión, pasa también por abandonar la idea que los animales son mascotas, que están a nuestro servicio, para nuestros intereses personales, y en muchos casos egoicos y egocéntricos. Como muy bien compartió Ghandi, una civilización se puede juzgar por la forma que trata a sus animales, más claro y alto imposible.

Por tanto, el marco de referencia debe ser, un espacio de convivencia armónico entre Seres sintientes, respetando los distintos procesos evolutivos que cada Ser va desplegando. En este camino, el aprendizaje es recíproco, aprender de ellos y con ellos, comprometiéndonos mutuamente a  acompañarnos en el proceso vital que estamos todos viviendo.

Si me permites, quisiera compartirte algunas breves consideraciones para que tomes consciencia del gran aprendizaje que podemos establecer con ellos.

  • Los animales nos enseñan el verdadero amor incondicional. Los animales aman, a pesar de su historia personal, sin condicionamientos, sin juicios, ofreciendo a cada instante amor verdadero. Un animal es capaz de entregar su vida por el humano, de prestarle ayuda incondicionalmente, e incluso, absorber posibles enfermedades de su dueño y evitar así, que caiga enfermo.
  • Los animales nos enseñan a estar presentes en el aquí ahora. Son fuente de presencia permanente.
  • La generosidad es observable fácilmente en el mundo animal, lo dan todo, siempre sin esperar nada a cambio.
  • La confianza en la vida y la aceptación son uno de sus rasgos fundamentales. A pesar de no saber con certeza si estarán bien atendidos, alimentados, si van a dormir sobre techo, si van a ser sacrificados, su confianza y aceptación es máxima.
  • La alegría y el contento son claros reflejos del profundo agradecimiento que tienen simplemente por su existencia.
  • La nobleza y pureza de los animales se expresa tan sólo con una bella mirada.

Podríamos seguir citando un gran número de atributos de todo lo que podemos aprender de ellos. El contacto con el mundo animal nos hace crecer internamente y desarrollarnos plenamente como Seres humanos. Seguramente, si ya desde nuestros primeros años de vida, pudiéramos relacionarnos de forma natural y libre con ellos, podríamos palpar con una exquisita nitidez, todo lo que reflejamos en estas líneas.

Aquí tienes algunos pocos ejemplos, de una extensa lista de Seres humanos que seguramente bien conoces, y que han sido un claro ejemplo de vida con todo lo que estamos compartiendo, Buda, Lao Tse, Confucio, Nagarjuna, Ghandi, Blavatsky, Shankara, Krishna, Milarepa, Cristo Jesús, Platón, Sócrates, Leonardo Da Vinci, Tesla, Pitágoras, Séneca, Hipócrates, Ramakrishna, Newton, Einstein, Atisha, Van Gogh, Vivekananda, Kafka, Tolstói, Nisargadatta, Voltaire, Maharshi, Ghandi, Shopenhauer, Krishnamurti, Aurobindo, Dôgen, Patanjali, Padsambaba, Leadbeater, Steiner, etcétera.

Ya para finalizar, desearía compartir contigo una breve reflexión que nació de mi interior hace algún tiempo ya, dice así:

«Hasta que el Ser humano no tenga compasión y amor incondicional hacia todas las formas de vida, no será capaz de vivir en consciencia plena».